Carmen, he estado dándole muchas vueltas a la cabeza y he llegado a la conclusión de que aún no sé el porqué de este relato, carta o, más bien, testimonio. En realidad, da igual cómo lo llamemos, no importa. A pesar de que no tengo claro el motivo de su escritura sí sé que lo necesito. Necesito contarte muchas cosas sobre mí. Sobre ti.
Hoy un alumno me ha preguntado cómo era la vida cuando yo estudiaba, en ese momento me he quedado en blanco y no he sabido qué responder. Ahora, unas horas después me encuentro dentro del aula de 1º ESO pensando. Por cierto, se me había olvidado decírtelo y supongo que ya lo habrás averiguado pero, al final conseguiste ser profesora, eso por lo que luchabas tanto hace 10 años.
Bueno, volvamos a lo importante. La educación en 2030 ha ido evolucionando, supongo que como todo ¿no? Ya no se lleva eso de escribir a mano, lo de leer un libro en papel o incluso, ya no se habla tanto de cultura y arte. Ahora lo que importa es la competitividad, la inmediatez que para mí conlleva a la impaciencia, la mala educación y el más puro individualismo. Nadie aprende por el simple placer de ampliar conocimiento, de saber, de saciar esa curiosidad interna que nos mueve a intentar ser mejores. Ahora se aprende para poder medrar, por simple utilidad.
Reflexionando un poco, estoy triste. Mucho. No me había dado cuenta hasta este momento en el que me hallo escribiéndote esto. Pocas veces lloro pero mientras estoy redactando esto se me caen las lágrimas a borbotones y, con ellas, la ilusión. Nos conocemos mucho, sabes que no decaigo jamás, así que esto me resulta (nos resulta) muy doloroso. Así que solo puedo desear que esto cambie, que nuestro sistema mejore, que utilicemos todos los recursos que el futuro nos brinda para poder inculcar verdaderos valores, educando y enseñando mejor. Entiendo que las TIC deben incluirse en nuestra aula, son necesarias y atractivas para los estudiantes pero no dejemos que nos dominen. No olvidemos que el conocimiento, los testimonios de puño y letra y la curiosidad mueven el mundo.
Al principio creía que escribía esto para ti, para esa chica de 24 años que tenía muchas ilusiones pero en realidad lo hago para la Carmen de 2040, para que no pierda la esperanza y la confianza en que podemos arreglar y mejorar las cosas. Solo te digo una cosa, ánimo. Tú puedes. Sigue luchando y no te detengas jamás. Quizá en 2040 llegue ese futuro utópico con el que hemos soñado siempre. Quién sabe.
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