viernes, 25 de marzo de 2022

PRÁCTICA 6: RESEÑA CÓMIC

  

    En Twitter con la etiqueta #INVTICUA22 mencioné que Eduardo Mendoza me encantaba y que era uno de mis escritores españoles favoritos. Me apasiona su estilo narrativo sencillo y directo, sin el abandono del empleo de cultismos, arcaísmos así como el lenguaje popular en su más pura expresión. Pero jamás he explicado cómo lo conocí y me aficioné a sus libros.

    Mis padres son grandes lectores, les gusta muchísimo leer. Cuando era pequeña me costaba la lectura pero conforme fui creciendo, me enganché más y más a ella. El año que cumplí 14, mis padres me recomendaron que leyera a Eduardo Mendoza, sin embargo, veía sus libros como algo demasiado extenso. Por ese motivo, mi padre decidió adentrarme en el mundo de los cómics que tenían una menor extensión y, por cierto, me encantaron. 

    De esta manera y ya en la actualidad como una verdadera fan de adaptaciones de novelas a cómics, me enteré que en 2020 había sido adaptada una de mis novelas favoritas de Eduardo Mendoza. En ese momento, no dudé en comprármela y devorarla rápidamente. Se trata de La ciudad de los prodigios en la que Claudio Stassi recorre las calles de la Barcelona de finales del siglo XIX y principios del XX, siguiendo los pasos marcados por Eduardo Mendoza, en una de las obras más memorables y recordadas del novelista barcelonés. 

    El dibujante italiano, residente en la Ciudad Condal, consigue transmitir las sensaciones y vivencias de esa Barcelona bulliciosa, llena del lujo burgués, personajes marginales y miseria. Todo ello a través de una secuencia de ilustraciones que hacen que La ciudad de los prodigios funcione como una verdadera máquina perfectamente engrasada.

    Ambientada en el período comprendido entre las dos Exposiciones Universales de Barcelona de 1888 y 1929, y con el telón de fondo de una ciudad agitada, revuelta y pintoresca, asistimos al viaje de Onofre Bouvila, inmigrante paupérrimo, repartidos de propaganda anarquista y vendedor ambulante de crecepelo, que culmina en su ascensión a la cima del poder financiero y delictivo. 

    En este cómic aparece, al igual que en la novela de Mendoza, una Barcelona cuyos personajes se mueven, sobre todo, por el Raval, el Gótico o el Born. Una imagen de la capital catalana oscura, sombría, cubierta de una capa de hollín donde hay mugre en todos los estratos sociales, también en lo relacionado con la moral. En consecuencia, se crea un "thriller negro" de la Barcelona de finales del XIX y principios del XX que, en palabras del creador italiano: "Barcelona es lo que aparece en el libro de Mendoza, aunque hable de aquella Barcelona de las exposiciones. Ha cambiado su traje, pero mantiene su espíritu. Es mi homenaje a la ciudad, mis gracias por haberme acogido".

    En definitiva, Mendoza nos propone un particular cambio de la novela picaresca y un brillante panorama imaginativo de los mitos y fastos locales del momento. A su vez, Strassi consigue plasmar todo ello a la perfección en el cómic donde nos presenta una fantasía satírica y lúdica cuyo sólido soporte realista inicial no excluye la imaginación o invención más libre. Ojalá haber podido empezar a leer a Eduardo Mendoza a los 14 años con adaptaciones al cómic como estas y no ya en el bachillerato con sus novelas (quizá demasiado extensas o complicadas en algunos aspectos para esa edad), aunque más vale tarde que nunca. 

 

No hay comentarios:

Publicar un comentario