He aprovechado que teníamos que hacer una reseña, y me pillé
la adaptación a novela gráfica de Matadero 5, basada en la obra
homónima de Kurt Vonnegut, que le tenía muchas ganas.

La experiencia es completamente aterradora. Me interesan las
historias antibélicas que mezclan humor con experiencias traumáticas. El humor,
absurdo y ridiculizador, desvirtúa cualquier grandeza trágica de esas grotescas
vivencias. Que tales prácticas bélicas completamente carezcan de gloria y finalidad
las hace doblemente trágicas, de ahí el poder del humor absurdo en su
representación. Para muestra, tres viñetas. Los protagonistas son capturados
por el ejército alemán, y mientras se les transporta a un campo de presos de
guerra, permanecerán encerrados dos semanas en un vagón de tren. Aquí, un prisionero americano de guerra, diciendo que no es tan duro estar encerrado... en la última viñeta aparece muerto y casi pútrido.
La novela gráfica captura muy bien la narrativa posmoderna,
caótica, fragmentada y esquizofrénica propia de la obra de Vonnegut. La mezcla
de géneros enriquece la novela, junto al humor absurdo y las tragicómicas
experiencias de la Guerra, contamos con elementos de la ciencia ficción, tales
como los viajes en el tiempo del protagonista.
O bien su contacto con la vida extraterreste, los Trafalmadorianos. No caí cuando leí la novela en el tremendo potencial que ofrece la inesperada mezcla de géneros (¡ficción bélica y ciencia ficción!). No voy a profundizar en las potencialidades y complejidades que implica representar a partir de la ciencia ficción las atrocidades bélicas que vivieron Vonnegut y otros tantísimos, solo me limitaré a subrayarlas brevemente. Además de en estos contactos con extraterrestres, otro de los recursos de la Sci-fi presente en las novelas es los constantes viajes en el tiempo, que aunque fragmentan, enriquecen tremendamente la narración. La naturaleza gráfica de esta novela que reseñamos es el medio idóneo para representar los saltos en el tiempo: mirad.
Esta
fragmentación de la trama lineal nos muestra las terribles consecuencias psicológicas
que la guerra tendrá en el protagonista una vez haya acabado esta, y vuelto a
su país, incluso tras haber forjado una carrera y una vida familiar.
Otro ejemplo gráfico de la hibridación entre sci-fi y ficción bélica: Utilizar robots para retratar la
inhumanidad característica de los soldados perpetradores de las masacres en la Segunda Guerra. Que, entre
broma y broma, especialmente en Vonnegut, la verdad asoma.
No puedo finalizar la reseña sin mencionar el momento climático de las novelas. Este gira en torno al bombardeo de la ciudad alemana de Dresde, execrable masacre vivida por el autor y su personaje, en el que murieron más de 25.000 personas.
La antológica escena de un bombardeo rebobinado, que se desarrolla a marcha atrás, mítico alegato antibélico que pasaría a los anales de la literatura universal posmoderna, queda brutalmente retratado en la novela gráfica. Las bombas se recomponen, elevan en el aire e introducen en el avión. Los destrozos en las ciudades desaparecen, reviven los muertos. El bombardero vuelve al hangar de donde salió, descargan la bomba, y en una fábrica unos operarios la descomponen en sus componentes más básicos, minerales. Estos, vuelven a la tierra de la que fueron extraídos, y quedan enterrados por siempre jamás.
Creo haberos seducido una mijita.
Si no, lo he intentado. Gozad, de novela gráfica y novela, cuando tengáis vida,
y tiempo.
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